Crónica de Indias

 A. Leé atentamente el siguiente texto y realizá las actividades que aparecen al final. 


Las Crónicas de Indias 

Los viajes de Colón estuvieron guiados por un interés económico: encontrar una ruta hacia el sur de Asia. Lo que no sabían en aquella época es que existía el océano Pacífico, por eso Colón creyó que estaba en las Indias Orientales cuando llegó a nuestro continente. Después de más de dos meses de navegación, Colón y los 87 tripulantes de las tres naves divisaron tierra (tengan en cuenta que la velocidad promedio de navegación era de 160 km por día dependiendo de los vientos y que hay aproximadamente 6500 km entre Lisboa y las islas Bahamas). El mapa más antiguo que se conserva de esta zona fue obra de Juan de la Cosa, quien acompañó a Colón en varios de sus viajes.

El continente que se llamaría América era un nuevo y desconocido territorio para los europeos, poblado por personas con una fisonomía diferente de la de ellos, que hablaban lenguas diferentes de las de ellos y que tenían una cultura diferente de las de ellos. Diferente no implica ningún juicio de valor. Lástima que los conquistadores no lo entendieron así… y en vez de respetar las diferencias, intentaron eliminarla. En esa lucha desigual entre el europeo invasor y el nativo mucho se perdió: vidas, lenguas, cultura. 

Muchos de los que llegaron a estas tierras escribieron notas sobre lo que encontraban, sobre lo que iba sucediendo; a esos textos se los llama crónicas de Indias porque relatan hechos en orden cronológico, es decir, en sucesión temporal y porque ellos creían que habían llegado a las Indias Orientales. Las crónicas son similares a los diarios pero estos son más subjetivos porque el autor/narrador es el protagonista que va relatando los hechos a medida que suceden y registrando las emociones. Las crónicas estuvieron de moda en la Edad Media y sirvieron de fuente de información para la historiografía, la ciencia que se ocupa de narrar la historia. La mayoría de los cronistas de la época de la conquista y colonización de América eran europeos y, por tanto, su testimonio no es neutral sino que presenta una visión etnocéntrica. 

¿Qué significa esto? Significa que miraron los hechos desde la perspectiva europea, occidental y católica; una perspectiva que consideraba al europeo-blanco-occidental-católico como el centro (el ombligo del mundo, diríamos hoy) y al otro cultural y lingüístico como lo diferente, lo raro, lo marginal. El etnocentrismo implica la creencia en la superioridad y, consecuentemente, el derecho a dominar al otro. Quien asume una postura etnocéntrica no es capaz de ponerse en el lugar del otro. 


¿Las crónicas de Indias son textos literarios o textos históricos? 

Esta es una pregunta que puede tener varias respuestas aceptables. Para empezar, tendríamos que definir qué es la literatura. Si consideramos que la literatura se define por su caracter ficcional, es decir, por ser un ámbito en el que los conceptos de real/verdadero y falso/mentira no son aplicables porque el autor no tiene una pretensión de verdad, entonces las crónicas no serían literatura ya que los cronistas pretenden dar testimonio de los hechos. Sin embargo, las crónicas de Indias presentan muchas características que son propias de la literatura como el estilo, que imita al de las novelas de caballería de la Edad Media. Pensemos que los cronistas se deben de haber sentido aventureros descubriendo esta nueva tierra exótica, siendo participantes de un hecho histórico tan importante como el descubrimiento de un continente… ¿no creen que se habrán sentido como los personajes de las épicas y novelas que leían? ¿No creen que se habrán asombrado y les habrá parecido fantástico todo lo que encontraron aquí: animales, plantas, paisajes y costumbres que alimentaron su imaginación? No es raro, entonces, que el estilo de sus crónicas se parezca al de los textos literarios que circulaban en aquella época. Después de todo, la historia es un largo relato que nos cuentan, que nos creemos y que, a veces, descubrimos que ha sido un cuento del tío. Por suerte, los historiadores se encargan de investigar y de mostrarnos la “verdad”. Nicolás Shumway es un historiador que nos dice: 

El pasado es un caos, repleto de datos, documentos, anécdotas, pareceres, pasiones y cosas olvidadas ahora que serán esenciales más adelante. […] La historia intenta ordenar ese caos. Una parte de la tarea historiográfica consiste en buscar y verificar datos usando criterios que podrían llamarse científicos. Pero otra parte de esta tarea es hacer una narración; identificar a protagonistas y antagonistas, establecer causas y efectos, asignar motivos, privilegiar algún dato sobre otros, generalizar, juzgar, nombrar y olvidar.

 Fuente: “Hacia el verdadero Mitre: Las ficciones de la historia,” Suplemento de cultura de Página/12. Buenos Aires. Marzo, 1992, pp. 8-9. 3 

Los textos dialogan entre sí, muchos autores toman textos de otros autores y los incorporan (implícita o explícitamente) en sus propias obras. A ese diálogo, a ese entrecruzamiento de textos le llamamos intertextualidad. Además, un mismo texto puede estar construido con varios géneros discursivos, es decir, puede incorporar diversos tipos de textos (poesías, cartas, noticias periodísticas, crónicas, letra de canciones, registros de diálogos cotidianos, entrevistas, ensayos, relatos históricos, etc.). A esos textos que combinan diversos géneros discursivos les llamamos híbridos. 

¿Y entonces? ¿Literatura o historia? Ni una ni otra, quizás. Entre la literatura y la historia hay un tercer espacio(1), una zona de contacto y superposición en la que los límites son borrosos. En esa zona de confluencia, ni la literatura ni la historia tienen soberanía absoluta. Las diversas disciplinas (literatura, música, historia, filosofía, física, política, etc.) son parcelas de un amplio territorio que el ser humano divide para poder estudiar (y conocer) mejor pero esas fronteras que establece el hombre no siempre existen en la realidad. 

El primer texto literario de la cultura occidental relata un hecho histórico: la guerra de Troya/Ilión. El gran poema épico español relata la vida de Ruy Díaz de Vivar, el Cid. “El Matadero” de Esteban Echeverría, texto fundante de la narrativa argentina, oscila entre el relato ficcional y la crítica explícita a la situación política y social de la década de 1830. Facundo de Sarmiento también se ubica en ese tercer espacio entre la literatura y el ensayo. Algunos textos de Eduardo Galeanonos regalan espinosas instantáneas sobre la historia latinoamericana. Los textos de Rodolfo Walsh y “Las actas del juicio” de Ricardo Piglia han sido catalogados en el canon de la literatura argentina. El Romance de Luis de Miranda, primer poema escrito por un español en el Río de la Plata, el poema La argentina o La conquista del Río de la Plata de Martín del Barco Centenera, el cuento “El hambre” de Manuel Mujica Láinez y la novela El entenado de Juan José Saer presentan la recreación literaria de un hecho histórico registrado en las crónicas de Derrotero y viaje a España y las Indias de Ulrico Schmidl, en las crónicas de Historia verdadera de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz de Castillo, en Historia Argentina del descubrimiento, población y conquista de las provincias del Río de la Plata de Ruy Díaz de Guzmán, primera crónica del río de La Plata, y en la Carta de Isabel de Guevara. 


ACTIVIDADES 

1. ¿Por qué se llaman crónicas de indias? ¿En qué se diferencian de los diarios? 

2. ¿Qué significa que tenían una visión etnocéntrica? Busquen ejemplos de etnocentrismo europeo 

3. ¿Son textos históricos o literarios? 

4. ¿A qué se llama intertextualidad?

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